El genio Albert Einstein nos ha dejado muchísimas cosas como científico, de cuyo ámbito es considerado como uno de los más grandes de todos los tiempos y en el que destacó especialmente por haber desarrollado la teoría de la relatividad general, sentando las bases para lo que es hoy en día la física cuántica y la mecánica estadística. Galardonado en 1921 con el Premio Nobel de Física debido a su trabajo sobre el efecto fotoeléctrico (clave en desarrollo de la teoría cuántica), también es reconocido por sus inspiradoras e ingeniosas reflexiones sobre la ciencia, el amor, la religión, la vida, etc., cargadas de simpleza y pragmatismo.
En estos tiempos de ‘crisis’ (‘sanitaria’, ‘económica’, ‘política’, ‘de valores’, etc.) proponemos la siguiente reflexión del gran genio que revolucionó nuestra comprensión del tiempo, el espacio y el universo que, con el título “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”, dice:
« La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. En la crisis nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora: la tragedia de no querer luchar por superarla. »