Cada 22 de abril (en esta ocasión el pasado miércoles) se conmemora el ‘Día Internacional de la Madre Tierra’, también conocido como ‘Día de la Tierra’, creado con el objetivo de concienciar a la población mundial sobre los problemas comunes que afectan a la contaminación, la conservación de la biodiversidad y otras preocupaciones ambientales para proteger el planeta. En medio de la actual crisis sanitaria, económica y social provocada por el coronavirus ‘Covid-19’, este año la conmemoración se ha propuesto como un especial carácter de reflexión y aprendizaje ante la indudable incidencia que para el planeta supone el calentamiento global o ‘cambio climático’ y sus consecuencias.
El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, destacó durante el último informe publicado recientemente por la Organización Meteorológica Mundial que a pesar de que en este momento existe una preocupación mundial por el coronavirus Covid-19, sin embargo “los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático no pueden reducirse y requiere de acción continua”.
El aumento del consumo de energía provoca que la eficiencia energética se plantee en la actualidad como una de las políticas para poner freno al ‘cambio climático’ y como la oportunidad de lograr ‘sociedades sostenibles’, siendo uno de los factores más importantes para que los sectores que propician el desarrollo de un país sean competitivos.
Asimismo, el Instituto Internacional de Refrigeración (IIR) estima que la refrigeración y el aire acondicionado representan juntos el 17% del consumo total de electricidad en el mundo (sector que da empleo a casi 12 millones de personas en todo el planeta), un escenario ante el que empresas como Nidec Global Appliance viene comprometiéndose con el desarrollo de los denominados ‘compresores de velocidad variable’ (VSC) que, combinados con refrigerantes naturales, se están convirtiendo en una apuesta ganadora para las empresas y, sobre todo, para el medio ambiente, pues dichos compresores ofrecen una serie de beneficios que conllevan una mayor vida útil del equipo de refrigeración, estabilidad de temperatura y un ahorro de energía de hasta un 40 por ciento, marcando con ello la línea de trabajo en la que tiene que implicarse el sector industrial si de verdad queremos avanzar hacia un futuro ‘sostenible’.
En cuanto al claro riesgo de que se produzca un aumento de pandemias como la que estamos padeciendo a causa del ‘Covid-19’, las organizaciones conservacionistas y ecologistas coinciden en que el cóctel que lo hacen posible son la ‘destrucción de ecosistemas’, el ‘cambio climático’ y el ‘tráfico de especias’. “Estos tres factores están socavando los cimientos del actual modelo de desarrollo, que requiere bases firmes y raíces más consolidadas para lograr actitudes y políticas más respetuosas con el capital natural: la naturaleza”, afirman dichas organizaciones.
Así, fue la caza furtiva y la venta de chimpancés como alimento lo que dio origen al SIDA, la expansión de la malaria es favorecida por la deforestación del Amazonas al provocar un aumento de mosquitos a causa de la mayor exposición a la luz solar y a la humedad de las zonas recién deforestadas y, ahora, un virus que nació presumiblemente en un murciélago y dio el salto a un pangolín pone en jaque a media humanidad y provoca que la población sea confinada en sus casas.
Son numerosos los científicos que coinciden en que la ‘pérdida de biodiversidad’ implica en la mayoría de los casos un aumento en el riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas. No en vano aseguran que el 60 % de las enfermedades infecciosas humanas registradas son zoonóticas (transmitidas de los animales a los humanos y viceversa) y el 75 % de las nuevas o emergentes también tienen origen animal.
Es por ello que los colectivos conservacionistas, verdaderos protagonistas en la celebración del ‘Día de la Tierra’, vienen insistiendo en la necesidad de realizar acciones para detener la propagación del virus y actuar preventivamente para evitar sus efectos, tal como ocurrió hace unos años con otras epidemias como el SARS, el MERS y el Ébola también provocadas por procesos similares.
En este sentido, la conocida organización WWF -el mayor organismo conservacionista del mundo- recuerda que la ‘pérdida de biodiversidad’ facilita la transmisión y propagación de patógenos potencialmente peligrosos para los humanos. “Tener ecosistemas sanos es nuestro mejor antivirus”, afirma Luis Suárez, coordinador de Conservación de la organización, que asegura que cuando se destruye un ecosistema se alteran las complejas cadenas que existen entre las distintas especies de animales y que mantienen a los patógenos controlados, lo que hace aumentar el riesgo de contagio a los seres humanos.
“Por tanto, debemos cambiar nuestro modelo de consumo y producción para asegurar uno más equilibrado y sostenible”, indica Luis Suárez, que añade que entre los otros factores que incrementan el riesgo de pandemias se encuentra la destrucción de bosques debido a las talas, la minería, la construcción de carreteras y el aumento de la población, lo que provoca que las personas entren en contacto con especies con las que nunca antes habían tenido relación directa alguna, incrementándose por tanto la posibilidad de contagio de las enfermedades que los animales puedan albergar.
Según WWF, la agricultura y la ganadería intensivas son las responsables de la degradación de un tercio de la superficie del planeta: “destruyen hábitats, reducen la biodiversidad y aumentan la probabilidad de zoonosis”.
Otro especial motivo para la conmemoración del ‘Día de la Tierra’ se centra en el ‘cambio climático’, el cual es un gran amplificador de los factores descritos, pues el calor provoca que algunos vectores de los virus y bacterias como, por ejemplo, mosquitos o garrapatas, lleguen a latitudes donde antes no estaban presentes.
“El ‘cambio climático’ sigue su curso y la sociedad sigue inmersa en una emergencia climática sin precedentes, un contexto que ningún gobierno puede obviar”, advierte la organización Amigos de la Tierra, la cual como parte de la Alianza por el Clima (Fridays for Future y Rebelión por el Clima) convoca a la ciudadanía a desarrollar acciones globales por el clima con el objetivo de reclamar una salida de esta crisis aplicando políticas que con criterios de justicia social pongan en su centro de atención al medio ambiente y a las personas.
Ante la actual ‘crisis sanitaria’ los gobiernos de todo el mundo están demostrando que pueden ser capaces de escuchar a la ciencia y actuar de forma coherente con las necesidades de la población ante situaciones extremas, motivo por el cual Amigos de la Tierra cree que basándose en la justicia climática no hay motivos para ralentizar la acción climática y exige que escuchen a la ciudadanía y a la ciencia.
Industrias cerradas, autopistas vacías, vuelos cancelados y calles desérticas son escenarios que se repiten en todo el mundo a medida que la pandemia por COVID-19 avanza inevitablemente. En medio de esta crisis, y teniendo como marco el ‘Día Mundial de la Tierra’, es indudable que el ‘medio ambiente’ se está beneficiando de manera significativa.
“El descenso de la cantidad de desplazamientos en vehículos a motor, así la disminución de la producción industrial y del consumo se traducen en menos contaminación, aguas más limpias y cielos más claros”, indica en una entrevista José Antonio Benjamín Ordóñez, profesor investigador experto en cambio climático de la Facultad de Ciencias de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y director de la asociación civil Servicios Ambientales y Cambio Climático (SACC), quien destaca que también ha disminuido la demanda de productos que se obtienen por medio de recursos naturales: “Hay metales que para obtenerlos se necesita deforestar, hacer perforaciones en la tierra, contaminar agua y aire. En este momento estos procesos industriales de alto impacto disminuyeron. Le estamos dando una tregua a la Tierra y la respuesta de la naturaleza es maravillosa. Nos permite observar que si faltamos ella recuperará los espacios que nosotros le hemos quitado”.
Uno de los ejemplos más significativos de ‘lo bueno’ que para el medioambiente está suponiendo el confinamiento de la población y, como consecuencia, la paralización de la actividad productiva a causa del Covid-19 lo representa las imágenes del Himalaya que se pueden captar desde zonas de India tras casi 30 años sin haber sido visibles a causa de los grandes niveles de contaminación.
Según la Junta Central de Contaminación de este país, debido al presente aislamiento social la calidad del aire en varias ciudades está registrando niveles bajos de partículas microscópicas, conocidas como PM 2.5, así como de dióxido de nitrógeno (NO2). Asimismo, según las autoridades de Nueva Delhi se redujeron hasta un 44% los niveles de contaminación del aire en los primeros días de restricciones. “De 91 ciudades, 30 registraron una calidad del aire buena y 61 satisfactoria, situación que provocó que el Himalaya pudiera ser visto desde esa parte del país”, señalaron.
Otras imágenes que ilustran los beneficios del confinamiento son las que ofrece Venecia no sólo por la ausencia de miles de turistas sino por la casi nula circulación de góndolas y otras embarcaciones que, junto con la reducción significativa de basura y desechos sólidos, presenta unos canales cuyas aguas se muestran casi transparentes, dejando ver peces por debajo de la superficie, además de diversa fauna local.
Asimismo, imágenes difundidas por satélites de la NASA muestran una caída drástica de la contaminación en China durante la contingencia, cuyos científicos junto con los de la Agencia Espacial Europea (ESA) confirmaron que la reducción de la contaminación por NO2 se notó por primera vez cerca de Wuhan, el epicentro del brote de Covid-19, extendiéndose por toda China. Estos mapas, que comparan las concentraciones de NO2, mostraron una marcada disminución entre el 1 y el 20 de enero, antes de que se impusiera una cuarentena en Wuhan y otras ciudades, así como del 10 al 25 de febrero.
“Hay pruebas de que el cambio se relaciona, al menos en parte, con la desaceleración económica tras el brote de coronavirus”, indican desde el Observatorio de la Tierra de la NASA. Como dato, indicar que el NO2 es un compuesto que causa problemas respiratorios, como por ejemplo el asma, y que se genera por la quema de combustibles fósiles, permaneciendo en la atmósfera generalmente menos de un día antes de depositarse o reaccionar con otros gases, de ahí que los efectos de las reducciones de emisiones sean visibles poco después de que hayan tenido lugar.
Por otro lado, el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA) de Estados Unidos dio a conocer que las emisiones de dióxido de carbono en China descendieron un 25% durante febrero en comparación con el mismo mes de 2019, una reducción que es equivalente a unas 150 mil toneladas métricas de CO2.
La mencionada ESA también señaló que en Italia disminuyó de manera considerable la emisión de partículas, y las autoridades de Cataluña confirmaron que luego del confinamiento los niveles de CO2 bajaron en Madrid un 75% y que los Gases de Efecto Invernadero (GEI) se redujeron 57% con respecto de lo habitual.
Datos de otros países que también han impuesto confinamientos obligatorios, como Argentina, Bélgica, Francia, Túnez y zonas de Estados Unidos ofrecen imágenes que muestran que la naturaleza agradece el aislamiento de la población.
A pesar de estos ‘aparentes’ avances mencionados, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advierte que esta reducción de las emisiones como resultado de la crisis económica provocada por el coronavirus ‘Covid-19’ no sustituye en absoluto las urgentes acciones a emprender contra el ‘cambio climático’. Según su director, Petteri Talas, a pesar de las reducciones locales de contaminación y la mejora en la calidad del aire “sería de una gran irresponsabilidad minimizar los enormes desafíos de la salud y la pérdida de vidas que causa el COVID-19”.
En ese miso sentido se ha pronunciado María del Carmen Hernández, profesora de Biología y Desarrollo Sustentable del Tec de Monterrey, en México, expresando que si la economía se detiene a causa del COVID-19, como está ocurriendo en todo el planeta, con la evidente disminución en el consumo de energías fósiles y por tanto con la liberación de menos Gases de Efecto Invernadero (GEI) que se liberan a la atmósfera, especialmente CO2, sin embargo esta disminución, al ser temporal, podría revertirse una vez que se reactiven las economías a nivel global. “Es un hecho que la epidemia por Covid-19 no es un evento que frene el calentamiento global y, por tanto, el cambio climático”, argumenta.
Además, especialistas en la materia afirman que menos NO2 no implica necesariamente un aire más puro puesto que hay otras partículas contaminantes que duran más en la atmósfera y siguen teniendo efecto a pesar de este parón causado por el Covid-19.
En este mismo contexto, la Secretaría del Medio Ambiente de la capital mejicana señalaba que a pesar de la reducción en el número de vehículos que circulan en la Zona Metropolitana, así como la disminución en las operaciones comerciales y de servicios debido a la pandemia, las concentraciones de ozono en la atmósfera no parecen haber disminuido respecto de los valores promedio registrados y comparados con años anteriores aunque, afirma, “en el caso de los valores más altos sí se nota una disminución”.
Este mismo organismo resaltaba en un comunicado que al disminuir el número de automóviles en tránsito se reducen los compuestos orgánicos volátiles, los dióxidos y los óxidos de nitrógeno pero que, sin embargo, existen otras fuentes emisoras de compuestos orgánicos volátiles que provienen de las viviendas, los comercios y los servicios que “también necesitamos reducirlas”. Esta circunstancia, unida a la gran cantidad de horas con mucho sol, provocan que no se tenga la disminución en concentraciones de ozono que cabría esperar ante la notable reducción de vehículos en circulación.
(Continuará…)