ara bien o para mal, las personas en general estamos condicionadas por nuestras creencias, de manera que éstas pueden resultarnos ‘liberadoras’ (expansivas) o ‘limitantes’ (restrictivas), de ahí la conveniencia de tomar conciencia de nuestras creencias potenciando las positivas y eliminando las negativas para poder devenir en personas más libres y felices. Eso es lo que nos indica el siguiente texto extraído del blog maestroviejo, sobre el cual le invitamos a reflexionar y que, con el título ‘¿Qué aprendí con la toma de conciencia?, dice:
« Aprendí a buscar dentro lo que me molesta fuera, a buscar el conflicto dentro de mí, ya que lo que me muestra el exterior es un reflejo de mi mundo interno.
Aprendí a no querer cambiar a nadie, entendí que el cambio soy yo, que si quiero ver el cambio fuera, debo cambiar yo.
Aprendí a no hacer responsable a nadie de mis emociones y de las cosas que me suceden. Yo soy la única persona que piensa en mi mente y siente en mi corazón, nadie es responsable de lo que a mí me pasa, porque consciente o no, yo elijo siempre.
Aprendí a dejar libres a mis seres queridos, sin culpas y chantajes, comprendí que la culpa y el chantaje dañan el alma de quienes amamos, les destruimos y yo les amo, les dejo en libertad. El amor es libertad, no me deben nada, elijo compartir con ellos desde el amor y la libertad.
Aprendí a no esperar nada a cambio de ellos ni de nadie, el amor no es una negociación. Aprendí a no sacrificarme por nadie, el sacrificio siempre espera algo a cambio, siempre espera recompensa y luego se decepciona, el sacrificio no es amor.
Aprendí a actuar desde el amor incondicional, que es una fuerza amorosa que no espera nada a cambio, actúa sólo por amor. Doy sólo por el gozo que se siente dando.
Aprendí que no tengo poder sobre nadie, sólo sobre mí misma, entendí que querer cambiar a otras personas es un acto de absoluta ignorancia, egoísmo y un sentimiento dictatorial.
Aprendí que habita en mí una absoluta libertad interior, que soy libre para decidir con quienes quiero estar y con quiénes no, que la vida es un disfrute y no un padecimiento y que desde mi libre albedrío puedo decidir. Ése es mi verdadero poder: LA DECISIÓN.
Aprendí que mi guía interior son mis sensaciones de agrado y desagrado, esa alerta que te dice: salte de aquí.
Aprendí a amarme y respetarme tanto que a mi vida llegan personas que me aman tanto como yo me amo a mi misma.
Con la toma de consciencia aprendí a liberarme de etiquetas y caretas, a ser auténtica a mi sentir. No me interesa caer bien, ni falsearme, soy respetuosa con las demás personas pero no me falseo.
Aprendí a respetar los tiempos de los demás no siendo invasiva.
Aprendí a retirarme a tiempo de los lugares donde no soy bienvenida porque comprendo que no tengo porque caerle bien a tod@s, aprendí que las almas nos unimos por vibraciones y cuando no son afines se pueden separar y hacer cada una su vida. No hay que soportar ni dejar que nos soporten.
Aprendí a valorar mi espacio vital, a cuidar mi energía. Si algo o alguien no es afín a mi energía, sé que puedo retirarme, que puedo salirme de situaciones que no me aportan crecimiento o bienestar, que si no me retiro a tiempo mi cuerpo me lo demandará más tarde.
Aprendí a salirme más rápido de las tristezas, broncas y enojos. Ya no me quedo acampando allí, elijo cambiar el curso de mis emociones, haciendo cosas que me gustan o viendo personas que me estimulen. Las broncas que antes me duraba meses, hoy me duran un día u horas.
Aprendí que sólo el amor y la bondad aportan, aprendí a salirme de todo aquello que me aleje de la paz, el equilibrio y el amor.
Aprendí a buscar las causas emocionales de mis enfermedades y tomar cartas en el asunto cambiando de percepción, transformando mi vida si es necesario, aunque eso implique cambios radicales que me incomoden.
Aprendí a escucharme, a respetar mi voz interior, ese guía que sabe lo que más me conviene para mi crecimiento. Antes me dejaba aturdir con voces exteriores, ya no, sólo mi guía interior sabe lo que es mejor para mí. La toma de consciencia me enseñó a ser una persona más intuitiva que racional. La razón calcula, mide, especula pero no sabe; el corazón es una flecha directa que va hacia el camino acertado para mi evolución. La toma de conciencia me enseñó que el-la mag@ soy yo, ¡¡que la magia existe si abro mi corazón!!