Mis tiempos del Sur (VII): El Adelantado Fernández de Lugo, una figura histórica nefasta para el pueblo aborigen guanche tinerfeño (3)

27 Sep, 2018 | Colaboraciones | 0 Comentarios

Por: Emiliano Guillén Rodríguez

(…Continuación)

« En el capítulo anterior hacíamos cumplida referencia sobre la existencia de pactos de no agresión firmados por los Menceyes del Sur con los conquistadores, así como las causas que les motivaron a la firma de tales pactos. También nos referíamos al pago que estos Menceyes y su pueblo recibieron por mantener la fidelidad a los mismos, pues aparte de haberles tomado sus haciendas, sus tierras, sus aguas y sus ganados, es decir, todo cuanto nuestros aborígenes poseían, don Alonso de Lugo vio en ellos un opíparo negocio con su venta como esclavos. Ahora vamos a dar referencias documentales sobre las que apoyamos la existencia de este mercantilismo sufrido por nuestros aborígenes y que ponen de manifiesto la ‘traición’ del Adelantado hacia ellos, particularmente los del Sur de Tenerife en fechas anteriores a la finalización de la conquista, que luego se hizo general en el resto de las islas.

En Fonte Rerum C., Libro III cap. VI, se lee: “…Y fue que enviado Lugo a clamar a sus aliados del Reyno de Goimad, con engaño y doblez, dándoles a entender que era para dar una orden de que el Rey Taoro no les hiciese daño en sus tierras, por estar confederados con ellos y haberles ayudado en la batalla… vinieron de paz muchos condoliéndoles de su pérdida. Y, convidándoles los españoles para que entrasen en sus navíos para verlos, estando dentro, alzaron velas y llevaron a España gran cantidad de ellos para venderlos como cautivos, pensando restaurar su pérdida con este inhumano hecho y fuera de toda razón…”.

Este documento, al igual que otros muchos, refleja con claridad el espíritu vil y engañoso que el Adelantado practicaba para enriquecerse, para pagar deudas comerciales y militares y para incrementar su poder sin reparar en ningún tipo de cualidad humana defendible por parte de los nuestros. Entiéndase que el conquistador recurrió al engaño ‘amistoso’ para poder capturar y esclavizar indígenas, pues no disponía en ese momento de ninguna posibilidad de conseguirlo por la fuerza ya que su ejército había sido derrotado, arruinado y puesto en fuga por los hombres de los bandos de guerra en Acentejo.

Otra referencia sobre la esclavitud y necesidades de Fernández de Lugo para intentar de nuevo la conquista de la isla la refiere el viajero alemán Munzer en su Itinerrium Hispanicum, donde se lee: “…ví en cierta ocasión personas de ambos sexos a la venta. Eran de Tenerife…”. Dice Munzer que eran 87 indígenas de los cuales habían muerto 14 por no soportar el mareo y el clima…

Añade el viajero que eran morenos, pero no negros como los bárbaros, aunque bestiales en sus costumbres e idólatras. El mismo autor considera como vendedor de estos guanches al comerciante genovés Francisco Palomar, que en 1494 andaba por Gran Canaria cuando Lugo es derrotado en Acentejo y precisa dinero para pagar los gastos de la guerra y continuarla…

En la relación probatoria de venta de esclavos de Vicente Cortés, doc. nº 90 encontramos: “El 12 de agosto de 1494, unos meses después de la derrota de los españoles en Acentejo y con la finalidad de reponer armas y tropas en Gran Canaria, son presentados en Valencia 65 indígenas guanches para su venta. El lote lo componían 42 niños entre 1 y 12 años, 18 mujeres y 5 varones adultos. La mujer guanche Guaynetona, que era portavoz del grupo, afirma que son de Tenerife donde fueron apresados y, desde allí pasando por La Gomera, son llevados a Valencia sin bajar en lugar alguno a tierra…”.

En este documento se da fe de que en este penoso negocio no se respetó ni a las mujeres ni a los niños, sólo a los ancianos por carecer de interés comercial.

Vistas estas pruebas testimoniales que no son, ni mucho menos, las únicas existentes sobre este asunto, en el próximo capítulo y otros siguientes veremos y comentaremos sobre otras anotaciones referidas a la esclavitud una vez consolidada la conquista de la isla, sobre leyes dictadas por el Cabildo de Tenerife entre 1496 y primeros años del siglo XVI bajo la supervisión de Fernández de Lugo, también absolutamente nefastas y desgraciadas para la realidad aborigen, así como sobre el reparto de tierras y aguas quitadas al pueblo de Tenerife. »

(Continuará…)

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