Por: Emiliano Guillén Rodríguez
« Variadas y complejas son las teorías que tratan de explicar el origen y la formación de nuestras Islas. Algunas de ellas revestida con la fantasía humana y envuelta en el misticismo mágico de los sueños legendarios. Las demás, teniendo como base el origen volcánico de nuestro archipiélago, plantean diferentes formas de entender este proceso desde el punto de vista de la geología (ciencia que trata del origen y formación de los materiales de la tierra y su historia).
Tal vez con un cierto sentido de una realidad lejana registrada por escritores que hablaban de una antigua catástrofe, tomó forma en la civilización europea la Teoría del Cataclismo de la Atlántida, que considera a nuestras islas como las crestas de una gran cordillera que se hundió en las aguas del Atlántico, quedando explicado de este modo tanto la actividad volcánica de las mismas como la existencia en ellas de población resto del pueblo salvado de la catástrofe. Este cataclismo desde luego ocurrió, pero localizado en el mediterráneo oriental al norte de la isla de Creta (antiguamente isla de Thera).
Las demás teorías emitida apuntan todas al origen volcánico de nuestras Islas, ya que es este un fenómeno vivo y latente no sólo en nuestro archipiélago sino también en buena parte de la tierra, tanto en su superficie como en sus fondos marinos. El hombre insular ¡cuánto sabe de volcanes!. Tal es su familiaridad con ellos que no les temen, quizás sí les veneren porque son padres y regeneradores de tierras nuevas.
Las teorías planteadas desde el punto de vista de la geología y que han sido más generalmente aceptadas son:
– La Teoría del Foco Caliente, que propone que las Islas han nacido sobre una gran caldera de lava que emite intermitentemente productos lávicos cuando la presión del magma (material espeso y gelatinoso en ebullición, que cuando se hace sólido da lugar a las rocas volcánicas) le permite salir a la superficie. Esta teoría está actualmente descartada por la ciencia como el origen de nuestro archipiélago, pudiendo ser, sin embargo, explicativa para el origen del archipiéalgo de Hawaii.
– La Teoría de la Fisura Continental Africana, que habla de una gran grieta que existe en la placa donde se sostiene el continente africano que avanza de este o oeste, al tiempo que emite grandes cantidades de materiales que fueron dando lugar al nacimiento de las Islas, siendo las más antiguas las situadas más al este, o sea, las más próximas al continente africano.
– La Teoría de los Bloques es la más aceptada ya que tiene una base científica más sólida que las demás aunque no por eso es menos imaginativa. Esta teoría explica el origen de nuestras peñas en base a la elevación de bloques a partir de lo que llaman ‘corteza de transición’. Estos bloques son rotos y elevados a causa de su debilidad por las fuertes presiones a que fueron sometidos como consecuencia de la detención y giro del continente africano. Esta elevación de bloques daría lugar a la formación de grandes bolsas de magma que, a medida que eran expulsadas al exterior en sucesivas emisiones, fueron construyendo los edificios volcánicos insulares. El edificio insular de mayor altura sería el que corresponde a Tenerife y debió alcanzar los 5.000 metros de altura; desequilibrado luego, se hundiría por su parte más alta dando lugar a la formación del Circo de Las Cañadas y posteriormente al edificio de El Teide. Las emisiones volcánicas a lo largo de distintas épocas han sido diferentes en cuanto al material expulsado, de manera que los volcanes conocidos como de afloramiento rápido emiten productos pesados llamados basaltos, mientras que los de afloramiento lento arrojan productos ligeros llamados tobas y pumitas, que son muy abundantes en el Sur de Tenerife.
Con independencia de las teorías que se han expuesto, quiero aclarar que sin lugar a dudas el origen de nuestras islas es volcánico, y que estos volcanes son independientes unos de otros produciéndose la explosión de lava de forma separada. Donde hay un cráter difícilmente nacerá un nuevo volcán, aunque sí sea posible en sus proximidades. La actividad volcánica está viva y latente en nuestras Islas como se puede observar si nos informamos de los volcanes históricos habidos (el último, el Teneguía de La Palma en 1971), pero no por ello debemos temerles, pues agua, fuego, sol y viento son los padres de nuestra patria, y que además es deber nuestro el mantener la familiar confianza hacia ellos, aumentada aún más si cabe, pues hoy cualquier fenómeno de esta índole que se produzca sería detectado con la suficiente antelación como para prevenir gran parte de sus posibles consecuencias. »