Mis tiempos del Sur (IX). Toponimia y Realidad (1): ‘Loma de las Medidas del Guanche’

20 Ene, 2020 | Colaboraciones | 0 Comentarios

Por: Emiliano Guillén Rodríguez

El vocablo ‘topónimo’ que se refiere a ‘nombre de lugar’, es el indicativo con el que se conoce a un trozo de terreno o pueblo para diferenciarlo de otro y permitirnos una segura orientación. El término suele llevar algún tipo de significación que le define o caracteriza; por ello, la ‘Toponimia’ ha de considerarse como un aspecto más del saber humano dedicado al estudio lingüístico de los nombres que se dan tanto a localidades como a accidentes del terreno, lugares, etc…

En Canarias, al igual que en cualquier parte del mundo, manejamos un buen número de palabras para designar lugares y que nos permiten tanto saber ubicarnos como orientarnos hacia ellos.

En Abona muchos lugares han sido bautizados atendiendo a su particular orografía; ahora bien, pueden ser éstos marineros o de tierra adentro: Médano (lugar de dunas), Cañada (paso entre montañas), Abrigos (lugares de refugio, en esta caso términos marineros) o Caleta (entrante de la mar en desembocadura de barranco), entre otros; sin olvidar Degollada, Madre del Agua, Vallito, Caserío Sobre La Fuente, Paisaje Lunar, etc…

Otros recibieron su denominación por haber existido allí alguna explotación de tipo agrícola, industrial o minera: Pegueros, Ingenio, Aserradero, Molino; algunos otros porque en la zona creció alguna planta o árbol peculiar: Charco del Pino, El Helecho, El Pinito, La Higuera, El Mocán… o por escasez de flora: El Desierto, Pelada

Muchos tienen nombre patronímico en alusión a sus dueños: Suárez, Peraza, etc.

También nos tropezamos con algunos cuya significación está íntimamente relacionada con costumbres o tradiciones populares: Cruz de las Ánimas, La Pasada… o por la abundancia y frecuencia de animales en la zona: Los Cuervos, Las Palomas, El Girre, Las Aguilillas… y así hasta una interminable lista de conceptos que enriquecen nuestro tesoro toponímico.

En Abona se cuenta también, al margen de los topónimos castellanizados, con un buen número de nombres de lugares de uso menos frecuente, pero no por ello menos importantes o significativos. Me refiero a todas las palabras destinadas a denominar muchos lugares que proceden de nuestra lengua vernácula, que se han salvado milagrosamente por mor de la tradición oral o quedaron registrados en antiguos documentos de propiedad.

Éstos también nos descubren con su significación detalles de gran interés para estudiar nuestra realidad más próxima/pasada y, dado el enorme interés que este apartado del conocimiento encierra para nosotros, es nuestro deber rescatar tantas cuantas denominaciones de estas características podamos para evitar su total y definitiva desaparición.

Veamos un ejemplo que es digno representante de nuestra ‘toponimia tradicional’:

A poniente de Chimiche se halla una lomada que se le conoce como LA MEDIDA o LOMA DE LAS MEDIDAS DEL GUANCHE. A esta lomada, que se encuentra en uno de los márgenes del barranco de La Hizuela, ¿por qué se le llama así?. Pues bien, allí, efectivamente, existen unas siluetas a tamaño natural que representan a una pareja de guanches con su hijo, un bajorrelieve sobre una roca lisa o ‘laja’. A través de ellas podemos deducir la envergadura física de nuestros antepasados. Creo que debió tratarse de una pareja de tamaño excepcional y que todos no debieron ser tan altos como los allí representados, pero son, desde luego, un documento de indudable valor para estudiar aspectos de nuestro pueblo originario.

Este yacimiento, que se completa con otros detalles de interés, es uno de los muchos ejemplos que guarda con celo nuestra ‘Toponimia’ local y que relaciona al nombre del lugar con un yacimiento arqueológico de gran interés para todo canario interesado.

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