Por: Emiliano Guillén Rodríguez
« Aunque algunos autores nieguen la circunstancia de la existencia primigenia de un solo menceyato en la Isla, hay razones fundamentadas para admitirla como cierta. Este primigenio menceyato con capitalidad en Adexe estaba dirigido por el Mencey Tinerfe el Grande o el Gran Tinerfe. La dinámica social y el mantenimiento del linaje, así como los deseos de poder de algunos de los hijos de Tinerfe, tuvo como consecuencia el hecho de que en su ancianidad este legendario Mencey viese desmembrarse su reino en parcelas o menceyatos que llegaron a ser en número de nueve y un achimenceyato. Éste último, ubicado en la zona de la actual Punta del Hidalgo.
Conviene aclarar que los menceyatos fueron a parar a manos de los nueve hijos de Tinerfe el Grande, hijos por línea directa, mientras que el achimenceyato lo sería para su hijo bastardo (Aguauco). La distribución de la Isla no se llevó a cabo de manera arbitraria, sino que el reparto se basó en criterios firmes de solidaridad como cabe esperar de una negociación noble realizada entre hermanos, así como de un perfecto conocimiento del territorio como se desprende de un simple análisis de las tierras repartidas.
De una parte se creó una zona comunal de pastoreo que ocuparía toda la cordillera central de la Isla, a la que podían tener acceso todos los menceyatos garantizándose así la supervivencia de los rebaños en la estación cálida. Se beneficiarían particularmente de esta medida los menceyatos sureños, más tarde llamados “de Paces”, y de otra parte se garantizó para todos la suficiencia de recursos al ser de mayor cabidas los más áridos y de menor los más fértiles; de tal suerte que los más áridos, menos favorecidos por el clima y suelo, dispondrán de una mayor capacidad de movimientos, pastos, aguas y costas dentro de su territorio.
No obstante los aspectos reseñados, puede asegurarse que unos dominaron sobre otros, particularmente Taoro sobre el resto. Otros fueron autosuficientes y sedentarios como Anaga y Daute. El resto, los del Sur, los más dinámicos y con un sector de su población sedentaria y otra migratoria.
A la muerte de Tinerfe el Grande, como hemos visto, quedó la Isla dividida en nueve reinos que fueron los siguientes: Taoro, Goimad y Adexe, que debieron ser los primeros en crearse (Diego Gómez, en 1443-44 visita Canarias y deja escrito que en Tenerife había entonces 23.000 hombres y tres reyes).
Surgen después los bandos de Abona, Anaga, Tegueste y Tacoronte (año de 1445), cuyos menceyes nombra Espinosa como ocasión del hallazgo de la Virgen de Candelaria y su posterior colocación en el auchón de Chinguaro (Menceyato de Goimad). Los menceyatos de Icode o Benicoden y Daute nacerían postriormente… Ca da Mosto escribe que la Isla de Tenerife estaba “gobernada por nueve señores”.
La primera relación de menceyatos y menceyes figura en el documento que se conoce como ‘Acta del Bufadero’, levantada por el escribano Párraga en 1464:
- El Gran Rey de Imobach de Taoro.
- El Gran Rey de las Lançadas que se llama Güimar.
- El Rey de Anaga.
- El Rey de Abona.
- El Rey de Tacoronte.
- El Rey de Benicod.
- El Rey de Adeje.
- El Rey de Tegueste.
- El Rey de Daute.
Figurando en esta relación los dos Grandes Reyes (los dos más poderosos) y faltando en dicho listado el achimenceyato, posiblemente por la incomparecencia de Aguauco. »