Se cree que la Luna se formó 100 millones de años después que la Tierra, es decir, hace unos 4.400 millones de años: La teoría más aceptada es la ‘Teoría del Gran Impacto’, que sostiene que un planeta chocó contra la Tierra cuando ésta se estaba formando y una parte se desgajó, que es la actual Luna. Otras se han ido descartando, como la ‘Teoría de la Captura’, por la que algunos científicos pensaban antiguamente que nuestro satélite se originó independientemente de la Tierra y que tenía su propia órbita, siendo posteriormente capturada por la gravedad de nuestro planeta, quedando atrapada para siempre por éste.
A lo largo de la historia, la Luna y sus fases han intrigado, fascinado y atemorizado a los humanos. Antiguas civilizaciones la tenían entre sus deidades y le atribuyeron, entre otros, poderes sobre la fertilidad. Para los griegos fue la diosa Selene y para los egipcios Thot, Iah o Jonsu.
Lo evidente es que ningún planeta del Sistema Solar mantiene una relación relativa tan importante con un satélite como lo hace la Tierra con la Luna. Tal vez los humanos tratamos de devolverle el corazón que perdió cuando se separó violentamente de nuestro mundo. Su poder de atracción es enorme, fascinante y, junto con el Sol, ejerce el suyo sobre la Tierra: las mareas. Este lunes 14 de noviembre podemos poner de nuevo nuestros ojos en la Luna y comprobar que estará más brillante y cercana porque se produce el fenómeno conocido como ‘Superluna’, un término más que sumar desde hace tan sólo unos cinco años a los cientos de nombres que hemos dado a nuestro exclusivo satélite desde que fuimos capaces de observarlo. La Luna, después de todo, es de la familia.
Durante las ‘Superlunas’ (fenómeno que se produce cuando la Luna se encuentra en su ‘perigeo’ o mínima distancia con la Tierra) el diámetro de la Luna llena puede aumentar hasta en un 14% y su brillo alrededor de un 30% respecto a una Luna llena en el ‘apogeo’ (máxima distancia a la Tierra). Aunque a simple vista esto será muy difícil apreciarlo, sin embargo la Luna será más grande y brillante.
La Luna gira alrededor de la Tierra mediante una órbita elíptica, de ahí que la distancia Luna-Tierra no sea siempre la misma. Además, los parámetros orbitales de la Luna varían con el tiempo, debido principalmente a las influencias gravitatorias del Sol y los planetas. Por esta última razón, siempre que se hable de alguna característica de la órbita lunar deberá referirse a un determinado periodo de tiempo.
Así que matemáticamente se producirá una ‘Superluna’ si la Luna llena sucede cerca del ‘perigeo’ lunar (normalmente a menos de dos días), y si bien es cierto que durante las Superlunas la atracción gravitatoria lunar evidentemente es mayor, el único efecto físico visible sobre nuestro planeta lo observaremos en que se producen mareas más vivas, pues el incremento gravitatorio sigue siendo insuficiente para causar perturbaciones geológicas como terremotos, tsunamis, etc.
Según estos cálculos, no es raro que la Luna llena suceda cerca del ‘perigeo’, pues de hecho suelen ocurrir de 3 a 5 ‘Superlunas’ en un año de entre las 12 o 13 posibles. Así, durante el año 2015 tuvimos cinco, mientras que en el año 2016 se producirán 4 (septiembre, octubre, noviembre y diciembre).
Pero la de hoy, 14 de noviembre de 2016, será la mayor Luna llena en 86 años y estará situada muy cerca del ‘perigeo’, concretamente cuando la Luna esté a una distancia de la Tierra de 356.523 kilómetros, mientras que en el perigeo lunar esa distancia será de 356.512 kilómetros. La mayor ‘Superluna’ de este siglo XXI se producirá el 6 de diciembre del año 2052, con nuestro satélite a una distancia de 356.429 kilómetros.
En el caso de la Luna en su viaje alrededor de la Tierra (puesto que las órbitas de los astros no son circulares sino elípticas), tiene un máximo acercamiento de 356.500 kilómetros (‘perigeo’) y un máximo alejamiento de 406.000 kilómetros (‘apogeo’). En el caso de la Tierra en su viaje alrededor del Sol, ésta se acerca un máximo de 147 millones de kilómetros y se aleja un máximo de 152. Considerando la situación en la que el ‘perigeo’ se alcanza muy cerca del momento en el que se alinean el Sol, la Luna y la Tierra (o sea, cuando se produce la Luna llena), cuya diferencia será este lunes de apenas dos horas, es por lo que la Luna llena se verá un14% más grande y hasta un 30% más brillante de lo habitual.
Además, en ese instante la Luna estará a 147.985.477 kilómetros del Sol, es decir, muy cerca también de su máximo acercamiento al mismo, lo que será una ayuda suplementaria para un plenilunio esplendoroso. Eso, claro, si se dan las condiciones meteorológicas que nos permitan observar el fenómeno, porque un tiempo desfavorable o una simple nube puede arruinarnos la observación.
Para la observación más majestuosa, conviene situarnos de manera que el horizonte por donde vaya a asomar la Luna sea lo más nítido posible, como el escenario perfecto para que una ilusión óptica se sume al espectáculo, puesto que cerca del horizonte la gran bola de la Luna parece mucho mayor que horas más tarde, cuando flota allá arriba sola, colgada en el firmamento. Además podemos sumarle otro fenómeno, que es el color rojizo de la Luna al momento de salir por el horizonte ya que su luz viaja un trecho más largo a través de la atmósfera antes de alcanzar nuestra retina, por lo que el aire absorbe entonces las longitudes de onda más cortas en beneficio de la luz roja o anaranjada. Y si algo sale mal siempre podemos intentarlo de nuevo en el 2034, que es cuando según la NASA se producirá otro acontecimiento semejante.
Y es que esta ‘Superluna’, seamos capaces de darnos cuenta o no, es ‘especial’ porque será la más grande desde hace 70 años y no habrá otra igual hasta 2034. Motivo suficiente para no perdérsela.