“Vino es un jugo sabroso guardado en una barrica, que al campesino emborracha y al caballero intoxica”.
Juan Pérez Delgado, ‘Nijota’.
El cultivo de la viña o ‘parra’ para elaborar vino es una tradición que se remonta a muy antiguo en la comarca de Abona o de Chasna. La plantación de viñas en sus inicios se limitaba a la zona de costa donde no se podía cultivar la caña de azúcar y únicamente se producía el vino para el consumo local.
La comarca vitivinícola de Abona comprende siete municipios, incorporándose en este caso Adeje a los seis que tradicionalmente han constituido la comarca geográfica que conformaba el antiguo Menceyato de Abona: Fasnia, Arico, Granadilla de Abona, San Miguel de Abona, Vilaflor y Arona. Al estar éstos y la mayor parte de los municipios del Sur de la Isla aislados y en relativa marginación hasta mediados del siglo pasado, consecuencia de la más que notable ausencia de vías de comunicación terrestres, es por lo que la principal actividad económica tradicional de la comarca fue la agrícola, sobre todo en las zonas de medianías.
En Abona las vides han crecido durante siglos en terrazas en pendiente, lo que dificultaba enormemente su cultivo. Esta amplitud de cotas de altitud que se dan en la comarca es uno de los principales caracteres diferenciadores de esta Denominación de Origen (D.O.) por geografía y clima, pues sus cultivos se extienden desde el nivel del mar hasta zonas de cumbre como las situadas en el municipio de Vilaflor que hace que sean las más altas de Europa.
Cultivadas tradicionalmente mediante una gran diversidad de formas según las zonas de producción, éstas son fundamentalmente en ‘parra tradicional en bordes de parcelas’, en ‘espaldera’, en ‘parral bajo’ o en forma de ‘vaso’ en las altitudes. La conservación de éstas y otras formas de cultivo ha tenido como efecto que nuevas generaciones de viticultores se interesen y se incorporen a la explotación de la viña en Abona.
La D.O. Vinos Abona fue creada por Orden de la Consejería de Agricultura y Alimentación del Gobierno de Canarias de 5 de mayo de 1995, mediante la que se reconoce como tal. Esta D.O. abarca una superficie aproximada de 1.500 hectáreas trabajadas por unos 1.200 viticultores, estando inscritas en ella 19 bodegas.
La elaboración de los vinos protegidos por la D.O. ‘Vinos Abona’ contempla que se realizará exclusivamente con uvas de las variedades blancas ‘Albillo Criollo’, ‘Bermejuela’ o ‘Marmajuelo’, ‘Forastera Blanca’, ‘Doradilla’, ‘Gual’, ‘Malvasía Aromática’, ‘Malvasía Volcánica’, ‘Moscatel de Alejandría’, ‘Sabro’, ‘Verdello’, ‘Vijariego Blanco’ o ‘Diego’, ‘Bastardo Blanco’ o ‘Baboso Blanco’, ‘Listán Blanco de Canarias’, ‘Pedro Ximénez’ y ‘Torrontés’. En cuanto a las variedades de uvas tintas, éstas serán: ‘Castellana Negra’, ‘Listán Negro’ o ‘Almuñeco’, ‘Malvasía Rosada’, ‘Negramoll’, ‘Tintilla’, ‘Bastardo Negro’ o ‘Baboso Negro’, ‘Cabernet Sauvignon’, ‘Listán Prieto’, ‘Merlot’, ‘Moscatel Negro’, ‘Pinot Noir’, ‘Ruby Cabernet’, ‘Syrah’, ‘Tempranillo’ y ‘Vijariego Negro’.
Aun siendo una comarca tradicionalmente asociada a los vinos blancos que conforman la mayoría de su producción vitícola, sin embargo los vinos ‘blancos’, ‘rosados’ o ‘tintos’ (en este orden) de la D.O. ‘Vinos Abona’ constituyen una oferta variada con unos productos originales, personales, armónicos y bien conjuntados, con infinidad de matices de aroma y todos ellos eminentemente minerales al ser vinos volcánicos. Así, los ‘blancos’ destacan por su aroma de equilibrada acidez natural y en boca; los ‘rosados’ recuerdan mucho a los blancos al estar elaborados con procedimientos similares a éstos por sangrado de uvas negras, resultando redondos y equilibrados; y los ‘tintos’ son de capa fuerte e intensos, con buen cuerpo y de graduación alcohólica media alta.