Por: José Alberto Hernández Hernández (Director)
(…Continuación)
Con el titular ‘Las mentiras electorales deberían ser un delito punible’ y la entradilla ‘¿Cómo se podría obligar a los políticos a que cumplan sus promesas, y hacer que los programas electorales no sean papel mojado?’, un reconocido periodista decía:
« Uno de los reproches que con más frecuencia se les hace a los políticos es su propensión a prometer lo que no van a cumplir, y seguir mintiendo al justificar el quebrantamiento de sus promesas a una ciudadanía que, incomprensiblemente y en un elevado porcentaje, tiende a dejarse engañar hasta el extremo de volver a votar a quienes previamente les mintieron, un fenómeno sociológico que les convierte en carne de diván por su propensión a autoflagelarse.
Cada vez que se habla de las mentiras en tiempo de elecciones, surge la cuestión de hacer obligatorio, por ley, el cumplimiento de las promesas que se hacen a través de los programa y la necesidad de que éstos tengan, a efectos legales, la misma consideración que un contrato suscrito entre un representante y su representado, algo que de entrada parece obvio pero que, analizado con detenimiento, pone en evidencia las diferencias entre un contrato mercantil y un programa electoral así como también las similitudes entre las promesas de los políticos y los pactos matrimoniales o los acuerdos entre amigos, por poner dos ejemplos de compromisos cuyo cumplimiento depende del tiempo que perduren las condiciones con que fueron suscritos ( el amor en el matrimonio y la confianza en un pacto de amistad)…
Más adelante, el periodista se refiere en su artículo al compromiso ético que los partidos contraen con sus votantes a través de sus promesas electorales y se pregunta hasta que punto ese compromiso puede llegar a ser una responsabilidad legal y si es ético que los políticos jueguen con la ilusión de los votantes prometiéndoles soluciones a sus necesidades. “¿Es decente -se pregunta éste en referencia a la política del Estado- crear falsas esperanzas en los sectores sociales más vulnerables (pensionistas, desempleados, perceptores de salarios mínimos o familias que han rebasado el umbral de la pobreza) cuando se aproximan las elecciones?”.
También nos recuerda en su artículo la anécdota del conocido como ‘viejo profesor´, en referencia a Tierno Galván quien, con su socarrona inteligencia, en cierta ocasión dijo que “las promesas electorales están para no cumplirse”, señalando que “deberíamos hacer caso a alguien que conocía bien los engranajes de la política (Tierno era catedrático de derecho político), los criterios de elaboración de los programas electorales y el mecanismo de diseño de unas promesas destinadas a ser, para qué engañarnos, meras consignas proferidas a sabiendas de que se está mintiendo y despreciando las mínimas formas democráticas”.
“Ahora más que nunca se impone la obligatoriedad del cumplimiento de todo lo que se prometa en unos programas electorales que deberían contemplarse como contratos para que quienes gobiernen —incluso con mayoría absoluta— se vean en la obligación de pactar y negociar la ejecución de sus ofrecimientos”, continuaba el comunicador con su crítica, y a continuación se hacía la siguiente pregunta: ¿Cómo se podría obligar a los políticos a que cumplan sus promesas, y hacer que los programas electorales no sean papel mojado?, a la cual responde:
« En primer lugar, la ciudadanía debería estar educada en el voto crítico para que no surgiera la inercia de depositar la confianza en quien previamente nos engañó, algo que, por sesgo ideológico, o por descarte de otras opciones, no se da en la práctica y hace frecuente la reincidencia de votar a un partido que no cumplió sus promesas.
En segundo lugar debería revisarse la legislación para conferir a los programas electorales una entidad de contrato (contrato-programa) según el cual se pudiera exigir que los partidos sólo ofrecieran programas realizables so pena de que el peso de la ley recayera sobre ellos en caso de incumplimiento.
De este modo, las promesas electorales hechas a sabiendas de su incumplimiento pasarían a convertirse en un delito susceptible de ser penalizado con la convocatoria inmediata de nuevas elecciones independientemente de que no se hubiera agotado la legislatura. »
Otro comunicador, en un artículo con el titular ‘Las mentiras en las campañas electorales’, en el que también hace referencia a la frase del ‘viejo profesor’ y nos cuenta un ilustrador relato que ejemplifica este hecho, decía:
« …En la actualidad muchos insisten en que no hay que creer las promesas que se presentan en las campañas electorales. Ya dijo el profesor Tierno Galván con toda tranquilidad que ‘lo prometido en elecciones está para no cumplirse’. Se ha contado con frecuencia el siguiente relato de interés: dos amigos van a robar peras (muy ejemplar) y uno le dice a su compañero que doble la espalda, él se subirá encima para alcanzar la fruta del árbol y luego repartirán lo adquirido. Así sucede y el que lo propuso, cuando cogió las peras, se fue corriendo y dejó al amigo sin su reparto. Este relato se contaba a los niños para que tuvieran cuidado con los engaños, con las falsas promesas. Ahora parece aplicable en toda su extensión. »
Más recientemente (el pasado 19 enero) otro comunicador andaluz (concretamente de Sevilla), dada la cercanía de las elecciones del próximo 28 de mayo, con el titular ‘Mentiras políticas en tiempo electoral’ decía:
« Cada vez me sorprendo más con la hipocresía humana y, mucho más, de los políticos en tiempo de elecciones. Es curioso comprobar como ahora les surge una «extrema preocupación» por determinadas zonas de Sevilla cuando, a lo largo de toda su «legislatura», no le han prestado ni puñetero caso.
Ahora es todo una agenda de eventos repleta de actos y de visitas, de dejarse ver con las asociaciones de vecinos, de hacer como que echa cuenta a los problemas que le exponen y que no dejan de ser los mismos que en mil ocasiones han denunciado sin tener una respuesta oportuna o una acción concreta.
Todo son promesas y reflejan, ante un oportuno fotógrafo o periodista, amén de los propios vecinos, las intenciones de cambiar la situación y pueden llegar hasta ser falsamente convincentes.
Habrá quién los crea realmente y habrá quién no, cansado de escuchar siempre falsas promesas. Les invito a hacer un ejercicio muy sano que yo hago cuando estamos en periodo pre-electoral: me dedico a coleccionar las promesas y plan electoral de fulanito o de zutanito y, cuando llega al poder, me encargo de, pasada la legislatura, cotejar lo que prometió que iba a hacer con aquello que no ha hecho. ¿El resultado? Desolador, pues no llega ni al 25%, una cuarta parte, y lo que se cumple es lo sencillito, ¿para qué intentar lo complejo, con lo que cansa, verdad? [Nótese la ironía].
Por todo ello cada vez son más lo que desconfían y no creen en estos políticos de máscara teatral, de ganas de figurar, de mucha fotografía y aparecer en medios, de mucha poca vergüenza y menos respeto –sólo tienen que escuchar las pullas, directas e indirectas en los mítines, da asco…-, con entrevistas queriendo dar a conocer su lado «gracioso», amable, desconocido…
Habría que ver hasta qué punto se cumple el guion, pues deben saber que muchos de estos actos y apariciones van gestionadas por asesores que indican, puntualmente, lo que hacer, decir o como parecer y aparecer. La perfecta mascarada.
Ahora nos visitan líderes políticos que mejor que se queden en su casa, que están mejor que prometiendo mucho y haciendo muy poco y que luego continuarán sus ‘delfines’ políticos.
Particularmente doloroso es contemplar cómo se usan como armas electorales -repito: como armas electorales- temas tan sensibles como la violencia de género, la igualdad, la inseguridad ciudadana y cómo se usa, sin ética ni moral ninguna todo ello. Habrá que recordar a unos y otros los escándalos en los que se han visto sus respectivos partidos -de casi todos- y de como todos tendrían que callarse y trabajar más alardeando menos.
En la facultad, en mi etapa de universitario, me decían que los políticos «iluminan» lo que hacen en positivo y ensombrecen lo negativo, ¿qué quiere decir esto? Pues que realzan hasta límites insospechados lo poquito que hacen bueno y pasan de puntilla, o ni nombran, lo negativo. La peor mentira es una verdad a medias.
Yo me quedo con aquel eslogan de la película de Richard Pryor «El gran despilfarro» en el que, en plena campaña política, surge él con su partido y ese eslogan: «¡A ninguno de los anteriores!» en relación al voto y a que ni a él mismo se votaría… Pues eso, por cierto, el título de la película viene muy bien también con los innecesarios gastos de este país. En fin, voten en conciencia sabiendo que éstos son más fantasmas que los que yo me dedico a investigar.
A continuación, según el compromiso que adquirimos en el pasado capítulo de analizar el nivel de cumplimiento del programa electoral prometido por Coalición Canaria de Granadilla de Abona durante la pasada legislatura para el caso concreto del Casco y su entorno, damos contenido al texto que el ciudadano que mencionamos (además, votante de dicho partido) nos hizo llegar:
« En seis años de gobierno municipal, desde 2017 hasta la actualidad, el grupo Coalición Canaria de Granadilla de Abona ha incumplido numerosas promesas electorales, de las que sólo voy a mencionar aquellas de evidente incumplimiento, es decir, las que no admiten discusión, entre las que podemos incluir la ‘creación de nuevas y necesarias zonas de aparcamiento en el Casco y mejora de la señalética de los Lugares de Interés Patrimonial e Histórico’ , la ‘creación de una plaza con parque infantil en Los Cuervos’, la ‘obra de la rotonda de El Calvario en el cruce hacia Vilaflor’ (todas incluidas en los programas de 2011, 2015 y 2019), o la ‘creación de una gran zona verde con parque infantil y espacio recreativo’, la cual se incluye en los programas de 2015 y 2019.
Pero ahí no queda la cosa, pues tenemos más casos de evidente incumplimiento, como el prometido ‘derribo del edificio Garygonza’, la ‘adquisición del Cine Gardi para convertirlo en Auditorio’, la ‘adquisición de La Recova para crear un espacio del Mercado del Agricultor de Granadilla’, la ‘ampliación del merendero’ (contemplado ya en el programa de 2015) o la ‘puesta en marcha de la Sala Velatorio’ (con respecto a este asunto, ya en su programa de 2011 Coalición Canaria prometía: “Acondicionaremos el Tanatorio Municipal cercano al cementerio”), así como la ‘construcción de una nueva Escuela Municipal de Música’, o los ‘asfaltados de las calles El Agua y El Tagoro’, o la ‘creación de Los Lavaderos de Santa Lucía’, todos contemplados en el programa de 2019.
Cine Gardi
Hablamos pues de hasta trece promesas de ‘flagrante incumplimiento’ por parte de Coalición Canaria de Granadilla de Abona. Pero aún con todo eso, lo más indignante es que en la mayoría de los casos el incumplimiento es reiterado, pues prometen, incumplen y, tras prometer de nuevo, vuelven a incumplir. Y aquí como si no pasara nada; eso sí, se nos queda ‘cara de tontos’.
Y esto no es más que la ‘punta del iceberg’, pues estamos sólo hablando de lo prometido y no cumplido para el Casco y su entorno, sin mencionar al resto de los núcleos poblacionales del municipio y centrándonos únicamente en incumplimientos contrastados (objetivamente evidentes), porque en todo caso seguro que la lista se dispararía si tuviéramos que incorporar asuntos de más que dudoso cumplimiento, que podrían ser objeto de interpretación, en los cuales no pretendo entrar. »
¿Estimad@ lector/lectora, cómo se le queda el cuerpo? ¿Hemos sido ‘engañad@s’ por Coalición Canaria Granadilla de Abona, es decir, por el ‘Equipo Regalado’? Continuaremos avanzando en este asunto en el próximo capítulo de este ESPECIAL ‘Elecciones Municipales 2023’. Hasta entonces.
(Continuará…)