Como ya sabemos, este año en las Fiestas Patronales se rindió un merecido homenaje a l@s maestr@s de nuestro municipio, a l@s de antes y a l@s de ahora, representados en la lectura del Pregón realizado por Margot Padrino González, hija de la emblemática y ya fallecida profesora Doña Julia González Álvarez, todo un referente en su profesión que comenzó su andadura en Granadilla de Abona allá por el año 1964 en la Academia de enseñanza libre que dirigía Don Pablo ubicada en la calle Tagoro del Casco granadillero, y que finalizó con su jubilación en 1995 ejerciendo como catedrática en el I.E.S. Granadilla de Abona.
El pasado 27 de mayo, Margot dio lectura al pregón en honor a su madre, recordando su vida y su labor docente a través de un discurso que fue elaborado por la propia Doña Julia tras su jubilación en el año 1995, en el que ésta hacía un recorrido por los años que ejerció como profesora en el municipio donde vivió y formó su familia.
Más de una veintena de maestros y maestras estuvieron presentes y fueron también homenajeados en el acto, recibiendo de la mano del Alcalde y del concejal de Fiestas un detalle realizado por el autor del cartel de las Fiestas, el artista y paisano Miguel Ángel González. Para completar este homenaje a nuestr@s maestr@s también la música hizo de hilo conductor, pues el profesorado de la Escuela Municipal de Música se encargó de ello acompañando con algunas interpretaciones la entrañable velada.
Volviendo al mencionado discurso de jubilación impartido el 23 de junio de 1995 por Doña Julia, extraemos del mismo los siguientes párrafos:
« …Celebramos una doble jubilación. Por una parte mi jubilación como profesora, como enseñante. Jubilación no plenamente jubilosa, no completa. Hubiera deseado que las circunstancias fueran diferentes. Por otra parte celebramos también el fin de una etapa del Instituto de Bachillerato de Granadilla, que este curso por anticipación de la Logse será reconvertido en Instituto de Educación Secundaria. Casualmente empecé y cerré un ciclo.
La creación del Instituto en el curso 1972-73 fue uno de los hechos culturales más importantes para Granadilla y para toda la zona Sur de la Isla. Hasta ese momento sólo existía una academia donde se impartía el Bachillerato Elemental.
Hace muchos años, no sé cuantos (cuarenta quizá), empecé oficialmente mi andadura como profesora en el Instituto de Santa Cruz (no es necesario añadir más, pues sólo había uno). Estuve dos cursos como profesora de apoyo o algo así, sin nombramiento, recomendada por mi profesor en la Universidad y Director del Instituto, D. Juan Álvarez Delgado. Completaba con otros centros privados: Academia Bayco y Colegio Tinerfeño-Balear.
Me casé y marché a Venezuela. Ocho años entre ir y venir. Clases, muy buenos recuerdos, nacimiento de mi hija. Al regreso, Granadilla; aquí eché mis raíces aunque no había estado anteriormente. Llegué en el año 64. Han pasado 31 años. Me siento absolutamente granadillera; me siento absolutamente identificada con su gente y, por muchas razones, les estoy absolutamente agradecida.
¿Cómo llegamos a Granadilla?. Un amigo, Pablo Estévez, nos ofreció trabajo en su Academia. En ella di clases durante ocho cursos, hasta que empezó el Instituto. De esa época guardo muy buenos recuerdos. Daba clases de casi todo. ‘La Licenciada’, como me decían, enseñaba Francés, Latín, Geografía e Historia y, por supuesto, Lengua y Literatura.
Tuve muy buenos compañeros. Siguen siendo mis buenos amigos: Candela, Esther, Fernando, Ángel Ochoa, Manolo Álvarez. Entrañables amigos de aquellos años y ahora. Agradezco en este momento los elogios que con mucho cariño me ha dedicado hace un momento mi querido amigo y compañero Manolo Álvarez.
En la Academia se daba una Enseñanza Libre. Teníamos que ir a examinar a nuestros alumnos a Guía de Isora o a La Laguna en uno o dos días de todas las asignaturas. Para muchos era peor el viaje que el propio examen. Algunos alumnos de aquella enseñanza siguieron estudios universitarios, otros no. Hoy están ejerciendo sus trabajos en la Banca, Cajas de Ahorro, Notarías, Ayuntamientos, negocios privados, etc. Me siento orgullosa de haber colaborado aunque sea un poco en su destino.
Después de una serie complicada de gestiones y de su construcción en tiempo récord (once meses, creo), en el año 1972 se inaugura el Instituto de Granadilla. Eso significó que toda una zona desde Adeje hasta Arico, pasando por Arona, San Miguel o Vilaflor, viera acercar a sus puertas una nueva manera de hacer cultura.
La prisa por comenzar las clases nos lleva a iniciar el curso apenas terminado el edificio. No había salón de actos, ni canchas, ni accesos; no estaba vallado; sólo había mesas, sillas y unas pocas pizarras.
En principio resultó enormemente grande; sobraban aulas; sobraba toda una planta. Nos permitimos el lujo de tener Sala de Estudios, Museo o Capilla. Bien recordará esto Pepe Cubas, su primer Jefe de Estudios y después Director, o Manolo Palmero, Jefe de Estudios durante muchos cursos, cuadrando horarios sin ordenador y atendiendo con sus sabios consejos cualquier inconveniente que surgiera.
Recuerdo con mucho cariño aquellos viajes organizados en los primeros cursos acompañados por Manolo Palmero y Ferrer. Lanzarote, Madrid con los alumnos de 6º y C.O.U., las peripecias del viaje, la estancia nada menos que el el Palace con sesenta alumnos, entre ellos por nombrar algunos: Casimiro, Eduardo, Margot, nuestro querido Alcalde, Ignacio Gaspar, Juanito Alonso y tantos más. La visita obligada a la Sra. Bonelli, madre de Sor Carmen, la monja de grato recuerdo para todos. Como he oído en los telegramas leídos, ella también ha tenido un bonito recuerdo para mí. La visita, casi dormidos, al Museo del Prado con el cansancio reflejado en los rostros (habíamos salido con retraso y llegábamos a las seis de la mañana); Toledo, la casa del Greco, El Escorial, etc…
…Se acerca el curso 77-78. Gano las oposiciones de Agregada y, como profesora numeraria, la Dirección. Cuatro cursos en los que también los recuerdos se agolpan en la mente; muchos compañeros me han dejado su cariño y su amistad de la que me siento muy orgullosa. Imposible nombrarlos a todos, pero si he de nombrar a algunos: Rosa Bello, Freaza, Pepe Trujillo, Catia, Encarna, Esperanza, Teodomiro, Mary Luz, Javier y Elenita, Chema y Elena, Domingo Báez, Cecilia y muchos más. Sole muy diligente en Secretaría, D. Luis muy cariñoso siempre en su quehacer.
De esos primeros años sólo quedábamos Menchu y yo. Ahora ella, muy joven aún, muy activa, seguirá muchos años más y será quien lleve muy dignamente la antorcha del Decanato.
Mucho ha cambiado el Instituto en estos años, en principio y lo más importante se ha quedado pequeño, a pesar de haber dividido sus aulas y de haber hecho muchas otras reformas. Sería muy extenso hablar de todo ello. Sólo me referiré a mi Seminario. Todos saben que siento por él un intenso cariño. Veintitrés años son muchos años viéndolo crecer y mejorar. Ha tenido la tutela de muchos compañeros que a lo largo de otros tantos cursos han dejado el sello de su profesionalidad y de su saber, como lo hacen los del presente curso… El inspector Don Sebastián Sosa decía que “era el mejor” y ello nos alegraba muchísimo. Se conservan los libros de actas de estos veintitrés años, la primera hecha por Manolo Palmero como Secretario en octubre de 1972…
…Se acercan los últimos años, nuevos compañeros, como en cada nuevo curso hay un vaivén; lógico al estar tan lejos de la Capital. De los que se han ido recientemente todavía queda el eco de sus voces. Aquellos con quienes comparto aún mi trabajo, no sé cómo expresarles mi agradecimiento por su amistad, por todo lo bueno que me han dado. Un recuerdo especial para Montserrat, ya me han leído su felicitación llegada desde Barcelona, para ella un gran abrazo.
Llega la última etapa. Acceso a Cátedra. Enormemente satisfactoria pero personalmente la etapa más dura de mi vida. El ir y venir a Madrid: hospitales, hotel, aviones. Sólo esto pudo más que mi interés por el trabajo. Me venció. Me entregué a ello con todas mis energías. Sólo esto fue capaz de alejarme del Instituyo los últimos meses del curso 1993. Afortunadamente conté con el apoyo de todos… Pero empecé de nuevo con mucha fuerza y ahora me va a costar mucho alejarme de todo esto.
Siempre he trabajado con mucha ilusión. He trabajado en lo que me gustaba, por eso me ha resultado fácil. He sentido un enorme cariño por todos mis alumnos, a todos los recuerdo, aunque a veces sus nombres se me cruzan en la mente. Siempre he intentado darles lo mejor que tenían, y a su vez ellos me enriquecían; cada día he aprendido de todos. Nunca estás totalmente satisfecha porque crees que se merecen mucho más. Tengo que expresar mi enorme satisfacción por haber encontrado a lo largo de todos estos años a alumnos sencillamente maravillosos. Se lo merecieron todo. Ha valido la pena. Ellos han hecho posible que hoy y que siempre haya estado satisfecha del trabajo hecho. Siento verdadero orgullo cuando los veo en sus distintos puestos de trabajo. A ellos, a mis alumnos, gracias por haberme proporcionado esta satisfacción y por darme su amistad y su cariño.
Satisfacción doble cuando me he encontrado en clase con hijos de antiguos alumnos. Es como volver a empezar y, a veces, he tenido que decir “es tan bueno como su padre”. Dos generaciones en el mismo Instituto.
Un apartado especial guardo para aquellos que hoy, ya profesionales, comparten conmigo labores de enseñanza y formamos parte del mismo Claustro. Así es el caso de Teresa Rocha, José Ramón, Carmen Rosa, Begoña, Tomasa, Consuelo o Paca.
Gracias de nuevo a todos, especialmente a la Junta Directiva actual con Agustín, su Director, a la cabeza, a Lola, la Vicedirectora, a Rafa, a Pepe Fierros, a Raquel. Gracias, Menchu. No tengo palabras suficientes, no dicen las palabras lo que yo quiero expresar en estos momentos.
Ustedes han hecho todo lo posible para que nunca olvide esta noche. Gracias también a Granadilla. Aquí seguiré, siendo una granadillera más, si ustedes me lo permiten. Gracias por lo de hoy y por lo de siempre, por haberme acompañado cariñosamente en los momentos felices y en mis momentos amargos. Gracias.
Tengo, gracias a Dios, el refugio de mi familia, de mis hermanas, de mis hijos Margot y Juan y de Silvia y María, mis nietas, mis grandes amores. Gracias. »