En enero del pasado año vio la luz ‘Cuentos de Otoño’, el último libro de nuestro amigo Agustín Díaz Pacheco, considerado como uno de los más grandes escritores de la Literatura Canaria y que en esta ocasión, fiel a su lenguaje personal y profundo, mediante diez cuentos nos muestra un excepcional recorrido por el mundo interior de personajes singulares.
Como autor del prólogo, el arquitecto y profesor de literatura en la Jacksonville University (Florida, EE UU), Jorge Majfud, dice sobre esta interesante obra:
« Agustín Díaz Pacheco es un gran pintor de paisajes interiores donde el adjetivo es uno de sus pinceles más precisos y delicados. Su literatura es un obsesivo intento por verlo todo de cada instante: El inquietante palpitar de las emociones, la perplejidad de estar vivo en un mundo construido de incertezas. Ante el acoso de una intensa sensibilidad, sus personajes huyen del laberinto (la ciudad, la corrupción, la injusticia) hacia el origen (la naturaleza, los espacios abiertos y deshabitados, el mar)
La narrativa de Díaz Pacheco es una exploración profunda del mundo que hace y refleja el mundo interior… En un mundo donde se venera el éxito material, sus personajes dignifican el fracaso, que es por mayoría el caso de los habitantes del siglo XXI, aunque sea un fracaso disimulado por la fama y el dinero, por los mitos del éxito y los libros de automentira. Con Cuentos de otoño, Agustín Díaz Pacheco regresa desde una fructífera obra personal y agrega nuevas páginas y momentos a su repertorio clásico y sin traicionarse a sí mismo, sin las ansias del éxito y sin el vano temor a la incomprensión. Difícilmente se encuentre un verdadero artista sin estos componentes éticos y existenciales. »
Nacido en La Laguna en 1952, Agustín Díaz Pacheco cursó estudios de Graduado Social (sobresaliente cum laude por su tesina ‘La huelga: consideraciones históricas, sociológicas y jurídicas’) y de Derecho y, con anterioridad, bien coincidiendo con éstos o después de los mismos, respectivamente, desempeñaría trabajos como aprendiz de tipografía, vendedor de libros, auxiliar administrativo, controlador de distribución en una multinacional norteamericana, redactor periodístico, director literario (dirigiendo, para la provincia de Santa Cruz de Tenerife, y codirigiendo para todo el archipiélago, la colección Nuevas Escrituras Canarias para autores noveles), corrector de estilo y asesor editorial.
Su trayectoria literaria la inició en 1981 al obtener el premio Ángel Acosta de narrativa corta con Los nenúfares de piedra (1981), y su primer libro, La cadena de agua y otros cuentos (CCPC), fue editado en 1984. Otras publicaciones suyas son: El camarote de la memoria (Premio Ángel Guerra de Novela, 1986), editado por Editorial Catedral (Madrid, 1987) y reeditado en la colección Antología de la literatura canaria; La rotura indemne y La red, primer premio a la unanimidad del Concurso de Cuentos de Canarias (1986); La mirada de plata, cuentos, 1991; Proa en nieblas, cuentos, Ediciones Baile del Sol, 2001 (Tenerife); Breves atajos, cuentos y cuentos, Ediciones Baile del Sol, 2001 (Tenerife), y Línea de naufragio (Primer Premio a la unanimidad del VIII Concurso Ateneo de La Laguna-CajaCanarias, 2002), editado por Ediciones El Toro de Barro, Madrid / Cuenca, 2003.
Sus textos aparecen en cuatro antologías de autores canarios, y su novela El camarote de la memoria fue seleccionada para el periódico Discoplay (Madrid, 1987), junto con obras de Salman Rushdie, Malcolm Lowry, Carmen Martín Gaite, Gonzalo Torrente Ballester, Ambrose Bierce y Adolfo Bioy Casares, y para la publicación Crónica Latinoamericana (Londres, 1996).
El camarote de la memoria ha sido estudiado, como los textos de Víctor Doreste, Víctor Ramírez, y J.J. Armas Marcelo, por el profesor y ensayista El Hadji Amadou Ndoye , quien incluyó la novela en su libro Estudios sobre narrativa canaria. Sus relatos han sido objeto de estudios en los planes de estudio de algunas universidades, como la Universidad de Georgia en Estados Unidos. A menudo colabora en páginas culturales, suplementos y artículos de opinión. Su trabajo ha sido traducido al francés, croata, inglés y alemán.
El 26 de mayo de 2021, con el titular ‘Noticia de un ‘outsider’ llamado Agustín Díaz Pacheco’ y la entradilla ‘La prosa de Díaz Pacheco es una pintura muy rara en la literatura en español y lo demuestra de nuevo en los relatos del último libro, ‘Cuentos de otoño’’, el reconocido escritor y periodista canario J.J. Armas Marcelo, en su sección cultural ‘A la intemperie’ del diario El Español, escribía:
« Lo menos que se puede decir del escritor Agustín Díaz Pacheco (Tenerife, 1952) es que pertenece a una tribu minoritaria que aparenta huir de las supuestas multitudes literarias y de las tribus intelectuales. Camina solo con su escritura por estepas imaginarias que va dibujando con palabras y textos en los que los detalles («Detalles, benditos detalles», esgrimía Nabokov), llenos de inquietud en los trazos y en los resultados, convulsionan cada uno de sus relatos. Ya sorprendió hace años a un número relevante de sus lectores con su novela El camarote de la memoria (Baile del Sol, 2008), una novela rara dentro de un «panorama» exiguo por extraterritorial y ultraperiférico. Después, un largo recorrido por el silencio, aunque no dejó nunca de publicar, lo llevó a deambular por barrios extraños en su propia y rara escritura, llena de frases largas y faulknerianas. Y se asentó, de todas formas, en ese territorio amado por los outsiders: el desierto del silencio, incluso dentro de la pequeña literatura a la que, de todas maneras y aunque como rara avis, pertenece.
Lo mejor de Díaz Pacheco: la frase larga, descriptiva en el detalle y en los datos que los demás escritores no ven aunque los miren. Esa es su mayor virtud. Y, después, la extraña condición del lobo solitario -el estepario sin estepas- que escribe sobre asuntos que salen tal vez de un suceso cotidiano, un accidente sin importancia, por ejemplo, pero en su cabeza y en su escritura se convierten en relatos sin geografía conocida. Eso es lo mejor de Cuentos de otoño (Centro de Cultura Popular Canaria), que Díaz Pacheco publicó hace unos meses, en plena convalecencia colectiva de la pandemia. Leer esa sintaxis no es fácil. Díaz Pacheco, como los verdaderos escritores, reta a su lector en cada uno de sus relatos; lo reta a duelo, a juego de ajedrez y a mover las fichas de una interpretación que el propio escritor exige que se active en su lector. Para el entendimiento total y la comprensión del texto.
Tal vez un insólito paseo por un bosque de dos aparentes amigas sea el tablero donde el escritor, sólido y resuelto, finta al lector y lo hipnotiza en el borde de lo que parece un cierto sentimiento de miedo. Por eso es un cuentista que sorprende desde la unidad literaria que domina, la frase larga ya citada, hasta la resolución del mismo relato, siempre sorprendente. Digo que cuesta trabajo esta sintaxis, y no sé si a Díaz Pacheco le importará eso, porque nuestro escritor de hoy, al margen de inventadas multitudes lectoras, es un escritor difícil que no concede distancias ni otras cualidades amables. Sus relatos son ácidos, estrambóticos, llenos de inquietud y de sorpresas en cualquier esquina de sus frases complejas y complicadas, subordinadas interminables que completan párrafos donde está la traducción del cuento, del relato, de la historia.
Cuentos de otoño está escrito por un novelista, un escritor que no cuenta de antemano con el aplauso de las tribus literarias -al contrario, su propia escritura las orilla- ni de los poderes mediáticos. Tampoco el escritor es un animal de solemnidades ni casinos: es, ya lo he dicho antes, un lobo solitario que se detalla y retrata como tal en la elección de sus historias, siempre raras, cuentos de asombrosos que se resuelven con un final asombroso; cuentos que deben ser leídos con calma, con prudencia, con tensión y mucha atención. Así sí: así si entra la literatura de Agustín Díaz Pacheco, un escritor al que no conozco personalmente todavía y del que tengo las referencias que tengo por los dos de sus libros que les recomiendo que lean: El camarote de la memoria, muy buena novela, y este volumen de Cuentos de otoño que sirve de percha a esta noticia sobre un outsider a tener en cuenta.
Imagino a Agustín Díaz Pacheco escribiendo: es lo suyo porque es un geómetra de la frase larga con la que consigue geografías distópicas que, en muchos casos y sin embargo, nos suenan a déjà vu. Ahí está la vaina. Por ahí le entra el agua al coco. Dueño de muchas lecturas, puede permitirse el lujo de contarnos desde su propia fantasía cómo se escribe un relato cuya fantasía es tan verosímil como real. Hace falta, pues, leer a Agustín Díaz Pacheco, llamar a gritos al lobo solitario que merodea barrios literarios que son solo de su invención creativa, habitadas esas mismas geografías, en los Cuentos de otoño eso es evidente, por personajes que llaman al espejo raro de la historia en la que están incrustados como protagonistas.
Constructor de su propio empeño, el cuento literario, el relato, la novela, la prosa de Díaz Pacheco es una pintura muy rara en la literatura en español. Tal vez ese sea el proyecto del escritor: una escritura, una literatura sin nacionalidad, dueña de una amplísima lengua española y una inmensa madurez de los procedimientos narrativos contemporáneos. Ya lo sé: no es el tiempo de los raros y exigentes, sino el de los memos, superficiales y malos escritores. Tal vez no es el momento de un lobo solitario como Díaz Pacheco. Pero a mí me gusta leer su mundo. Espero que a ustedes también. »
La presentación oficial del libro se llevó a cabo el pasado 7 de marzo. Con ese motivo, EL DÍA La Opinión de Tenerife publicó un artículo de la periodista Patricia Ginovés que, con el titular ‘El homenaje de un nieto a sus lectores’ y la entradilla ‘El escritor tinerfeño Agustín Díaz Pacheco continúa al pie del cañón y presenta esta tarde su último libro, ‘Cuentos de Otoño’, donde reúne una decena de relatos escritos desde 2008’, decía:
« Tras varios años de silencio narrativo, el escritor tinerfeño Agustín Díaz Pacheco (La Laguna, 1949) presenta esta tarde su último libro, Cuentos de otoño, un compendio de relatos breves que, como el propio autor afirma, «surgió de una época de sequía» y que homenajea a algunas de las figuras familiares más importantes de su vida y, como no podía ser de otra forma, honra también a sus más fieles seguidores, a sus lectores. Cuentos de otoño se presentará de manera oficial esta tarde en la Casa Museo de Los Sabandeños, en La Laguna, a partir de las 19:00 horas, en un acto que estará presentado por los escritores Jesús Rodríguez Castellano y Elena Villamandos y contará con la participación de la pintora y escritora Ana García-Ramos y el profesor de literatura Rafael Fernández Hernández, así como con el dibujante y autor de las ilustraciones del libro Raúl Consuegra León.
Dice la Premio Canarias de Literatura Cecilia Domínguez que Díaz Pacheco ofrece en este nuevo libro «una colección de diez cuentos en los que la soledad, la angustia, la falta de comunicación o el miedo a relacionarse, el miedo a la violencia o la violencia misma, los libros y su papel crucial en la vida, conforman esa reflexión del autor sobre la compleja condición humana». La escritora indica que la «apatía» y «ensimismamiento» del autor parecen buscados «para huir de una realidad que lo hiere, a pesar de que siempre ha detestado la inacción. Contradicciones que van a reflejarse a lo largo de todos estos relatos».
En cualquier caso, el autor afirma que estos cuentos se convierten en un homenaje a ciertos familiares y todos ellos están conectados. Son un canto a un primo que falleció muy joven, a su madre «que no pudo pintar todo lo que hubiera querido», y a su abuelo, que fue capitán del Ejército, impulsó la creación de un periódico, era topógrafo y maestro nacionalista, «cuatro actividades que muestran su gran movilidad intelectual». Y, por supuesto, dedica este libro a sus lectores, aunque les advierte de algo: no se los va a poner fácil.
Agustín Díaz Pacheco afirma que «no soy muy explícito en mis textos porque quiero que el lector copartícipe, no en la escritura sino en la recepción de la obra», por eso compara su labor con la de un profesor «que no anticipa el resultado del examen y yo, de igual manera, lo hago para que el lector se esfuerce, por una cuestión de respeto». Porque, concluye, «banalizar la literatura, ofrecerle todo en bandeja al lector, es una ofensa». La obra narrativa de Díaz Pacheco está compuesta por relatos y novelas y el autor afirma que «escribir cuentos es más difícil que afrontar una novela» porque el cuento le exige «una enorme concentración porque hay que ser meticuloso y supone un trabajo de precisión, mientras que la novela acepta una cierta dispersión al escribir».
Díaz Pacheco reconoce que lo han llegado a considerar un escritor pesimista, pero explica que «hay que mirar a esta sociedad de manera escéptica, aunque sin prescindir de una cierta carga utópica». «Si una persona de 90 años mantiene la curiosidad no será un nonagenario sino que será un joven de 90 años», concluye el autor tinerfeño quien lamenta que a muchos jóvenes actuales les falte la ilusión y únicamente se interesen por lo instantáneo.
Libro inesperado
Agustín Díaz Pacheco explica que «este libro surgió en un momento de sequía porque yo ya no participo del mundo cultural ni literario». No obstante, el prologuista de Cuentos de Otoño, el arquitecto y profesor de Literatura en la Universidad de Jacksonville (Estados Unidos), Jorge Majfud, lo convenció para darle forma aunque reconoce que en la actualidad no tiene tanto ímpetu como cuando era más joven. «La tarea de escribir es muy solitaria y no está acompañada del aplauso que supone la contemplación del espectador, por lo que muchas veces me paro a reflexionar si debo continuar con ella». A pesar de todas estas dudas, Agustín Díaz Pacheco continúa escribiendo y ya está dando forma a su próxima novela, que en esta ocasión gira alrededor de la crítica al poder y el micropoder.
Así, Díaz Pacheco continúa con su análisis de la realidad que le rodea y alerta de que «la pandemia es una herida que se está curando pero dejará una gran cicatriz en el subconsciente colectivo y hay que hacer todo lo posible para que los jóvenes de ahora no se conviertan en una generación perdida». Del mismo modo, lamenta «la cuestión altamente preocupante» que se extrae del barómetro de hábitos de lectura en España de 2021 que muestra que, si bien el 64,4% de los ciudadanos españoles ha leído algún libro en momentos de ocio, el 35,6% de ciudadanos nunca ha efectuado alguna. «Se trata de una situación infame», resume Díaz Pacheco, puesto que «Canarias es casi el furgón de cola de España y esto afecta al universo cultural, sin duda», concluye el autor tinerfeño. »
Son diez los cuentos que Agustín Díaz Pacheco incluye en el libro: ‘Relieves de silencio’, ‘Retorno de las preguntas’, ‘Deseada oscuridad’, ‘Cruel intemperie’, ‘Lector sorprendido’, ‘El comprador’, ‘Almuerzos tempraneros’, ‘Voz añorada’, ‘Tiempo de nieve oculta’ y ‘El Burócrata perverso’.
Finalmente, es justo hacer mención al conjunto de ilustraciones que contiene el libro y que complementan el texto de cada cuento, así como a la ilustración de la portada, cuyo autor es Raúl Consuegra León, joven artista natural de Fuerteventura apasionado por el teatro, el cine, el deporte y las bellas artes, faceta esta última que lo ha definido como un prometedor ilustrador gráfico cuya trayectoria está marcada por la sencillez y la austeridad, marcando con ello un original y característico itinerario personal. Como referencia de su faceta en el ámbito cinematográfico, señalar obras como Dudú, Una fiesta de muerte y 151.
Por último, reseñar la dedicatoria que del libro, publicado en plena pandemia, hace su autor antes de sumergirnos en la lectura de sus cuentos: “A quienes en la soledad y la intemperie, han tenido la dignidad y el coraje de luchar y resistir, a los que han sabido estar y ser”.
Para quienes decidan adquirirlo, que disfruten de su lectura.